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Grupos feministas ayudan a hombres a abandonar Rusia para evitar ser llamados como reservistas

Desde la movilización parcial en Rusia, feministas han estado ayudando a hombres a abandonar el país para evitar el reclutamiento. Las activistas cuentan a DW cómo se han convertido en una fuerza po...

Desde la movilización parcial en Rusia, feministas han estado ayudando a hombres a abandonar el país para evitar el reclutamiento. Las activistas cuentan a DW cómo se han convertido en una fuerza política en Rusia.

 

Al comienzo de la movilización parcial, Liliya Veschevatova -una líder de grupos feministas de Rusia- dormía poco ya que muchos amigos y conocidos le pidieron que ayudara a hombres a salir del país.

Ella vive desde marzo en la capital armenia, Ereván, y actualmente es la coordinadora de la Resistencia Feminista contra la Guerra (FAS).

Más de 222.000 personas ya han sido convocadas para formar parte de la “movilización parcial”.

Según el sitio web Novaya Gazeta Europe, más de 260.000 hombres han abandonado el país desde el anuncio de la movilización para evitar ser reclutados.

Las feministas como Veschevatova han estado ayudando a hombres para abandonar Rusia: “Dimos consejos, compramos boletos, organizamos autobuses y hospedamos a personas”.

Cientos de activistas de FAS en Rusia y en el extranjero están involucradas en dicha tarea. Ella misma ayudó a 60 hombres a salir de Rusia.

Lelja Nordik, otra activista de FAS, también ayudó a “decenas de personas que querían evitar ser reclutadas por el Ejército ruso o que querían ayudar a sus familiares y se pusieron en contacto conmigo”.

“Les informé sobre los derechos humanos y los puse en contacto con activistas que podrían organizar su salida”, contó.

Los primeros que recibieron ayuda para salir del país fueron personas trans o quienes habían sido arrestadas durante las protestas, porque eran las más amenazadas por el régimen, dice Veschevatova.

La activista está convencida de que las mujeres son la base de la sociedad civil rusa actual, porque se unen rápidamente y ayudan de manera eficaz.


Asistencia jurídica, psicológica y material

Natalia Kovylyaeva está convencida de que la FAS es la organización más importante que generó el movimiento feminista en Rusia.

Según la politóloga de la Universidad de Tartu en Estonia, a principios de 2022 había unos 57 grupos feministas en Rusia en unas 30 regiones del país.

Muchos de ellos se unieron a las FAS el 25 de febrero, un día después de que comenzara la invasión rusa de Ucrania. Hoy, según Kovylyaeva, el movimiento está activo en 100 ciudades en Rusia y en el extranjero.

FAS tiene más de 40.000 seguidores en la red social Telegram.

Sus miembros organizan protestas contra la guerra, visten de negro en las calles y difunden memes contra la guerra en las redes sociales.

Además, escriben “No a la guerra” en billetes de rublos y publican el periódico Shenskaya Pravda (La verdad de las mujeres).

 


Actitud negativa hacia las feministas en Rusia

Las activistas de las FAS también realizan acciones como “Mariúpol 5000”.

Colocaron cientos de piedras conmemorativas en los patios de las casas en Rusia en honor a las personas asesinadas en la ciudad del este de Ucrania.

“Las feministas brindan a los refugiados asistencia legal, psicológica y material, los ayudan a moverse y cuidan de las activistas, que están agotadas”, dice Kovylyaeva.

Sin embargo, la investigadora admite que la actitud hacia las feministas en Rusia siempre ha sido muy negativa.

Solo unos pocos se dan cuenta de lo que representan: “Es difícil decir hasta qué punto ha cambiado ahora la actitud (hacia ellas), pero las feministas han encontrado puntos en común con grandes sectores de la población”, cree Kovylyaeva.

En su opinión, las FAS se han convertido en una fuerza política tangible contraria a la guerra, al patriarcado, al autoritarismo y al militarismo.

Prioridad, coordinar e informar

Según Veschevatova, muchas activistas se han visto obligadas a abandonar Rusia por haber estado en prisión tras las protestas contra la guerra en febrero, con el fin de evitar de nuevo la cárcel.

Ella misma fue arrestada dos veces, después se mudó a Ereván en marzo. En el exilio, sin embargo, puede seguir con su labor de coordinación e información.

En el pasado, muchas feministas rusas tuvieron que soportar los insultos de los hombres, asegura, pero “cuando las personas están angustiadas y huyendo de la muerte, no es del todo correcto recordarles su comportamiento pasado”.

“Además, detrás de cada uno de los hombres que sacamos de Rusia hay mujeres, madres, esposas, hermanas y también niños”, finaliza.